Aquí no nos queda otra que quitarnos el sombrero como dicen en Venezuela y hacer una reverencia ante esta abuelita de 95 años, por ser un digno ejemplo de que el cielo es el limite y que sencillamente nunca es tarde para aprender. también esto nos demuestra que esas personas mayores siguen siendo una fuente inagotable de aprendizaje para todos los que piensan que después de cierta edad solo queda vivir la jubilacion, cociendo, tejiendo y viviendo para el pasado.
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